sábado, 7 de marzo de 2015

FAMILIA y AUTOESTIMA del NIÑO -

  • Según Hurlock Elizabeth (1991, pág. 228) sostiene que “A pesar de los cambios radicales que están teniendo lugar en el patrón de vida en Estados Unidos, en las últimas décadas, la familia sigue siendo el factor más importante de la “red social” de los niños. Estos e debe a que los miembros de la familia constituyen el ambiente primordial de los niños ya que sus miembros son las personas más importantes durante los primeros años formativos.
A partir de los contactos con miembros de la familia, los niños establecen las bases para las actitudes hacia las personas, las cosas y la vida en general.
También echaban los cimientos para los patrones de ajuste y aprenden a considerarse a sí mismos según lo estiman los miembros de su familia. Como resultado de ello aprenden a ajustar sus vidas sobre la base de los fundamentos establecidos cuando el ambiente se limitaba en gran parte, al hogar.
Al ensancharse los horizontes sociales y cuando los niños entran en contacto con coetáneos y adultos de afuera del hogar, esos primeros fundamentos, establecidos en el hogar, pueden modificarse aun cuando nunca se erradican por completo. En lugar de ello, influyen en las actitudes y los patrones conductuales posteriores”
 1.1.5   Relaciones familiares:
  • Según Hurlock Elizabeth (1991, pág. 531-532) considera:
Actitudes típicas de los Padres:
Debido a las muchas condiciones responsables del desarrollo de actitudes, puede esperarse que haya una gran variedad de distintas actitudes de los padres, en lugar de un patrón uniforme. Se dan la más comunes y frecuentes de esas actitudes, junto con una explicación breve, sobre el modo en que afectan la conducta de los niños y niñas y a su vez las reacciones familiares.
En general, las actitudes de los padres jóvenes tienden a ser más liberales que las de los mayores; sin embargo esto no siempre es así.
ü  Sobreprotección: consiste en demasiado control y cuidado de los niños. Esto fomenta la dependencia excesiva en los pequeños, la dependencia de todas las personas y no sólo de los padres, la falta de confianza en ellos mismos y las fluctuaciones.
ü  Tolerancia: se pone de manifiesto por su disposición para permitirles a los niños que hagan lo que deseen, con pocas restricciones. Esto produce un hogar centrado en los niños, si la tolerancia es razonable, animará a los niños a ser diestros, a depender de sí mismos y a tener una buena adaptación social. También fomenta la confianza propia, la creatividad y la serenidad.
ü  Indulgencia: la tolerancia excesiva, indulgencia, hace que los niños y niñas sean egoístas, exigentes y a menudo tiránicos. Exigen la atención y los servicios de otros, lo que son conductas que conducen a malas adaptaciones sociales en el hogar y fuera d él.
ü  Rechazo: se puede expresar la falta de preocupación por el bienestar del niño o as exigencias excesivas y la hostilidad abierta. Esto produce resentimiento, sentimiento de impotencia, frustración, modales nerviosos y hostilidad hacia otros.
ü  Aceptación: se caracteriza por el interés intenso y el amor hacia el niño. El padre que acepta, prevé el desarrollo de las capacidades del pequeño y toma en consideración sus intereses. En general, el niño aceptado tiene una buena adaptación social, es cooperativo, amistoso, estable desde el punto de vista emocional y alegre.
ü  Dominio: el niño que se ve dominado por uno de los dos progenitores, es honesto, cortés y cuidadoso; pero tiende a ser tímido, dócil, a dejarse influir con facilidad por los demás, a ser sumiso y excesivamente sensible.
ü  Favoritismo: a pesar de que pretenden amar por igual a todos sus hijos, la mayoría de los padres tiene favoritos. Esto hace que e muestre más indulgentes y cariñosos hacia sus favoritos que hacia los otros hijos.
1.1.6 Influencia de las actitudes de los padres sobre las relaciones familiares:
ü  Las actitudes de los padres tienen efectos poderosos no sólo sobre las relaciones familiares, sino también sobre las actitudes y la conducta de los niños.  Mussen (1991, pág. 88) afirma que la mayoría de quienes obtienen el éxito al crecer proceden de hogares en que las actitudes de los padres hacia ellos eran favorables y donde existía una relación agradable entre ellos y sus progenitores. Esta relación producen niños y niñas felices y amistosos que son atractivos para otros, están relativamente libres de ansiedades y se muestran como miembros constructivos e interdependientes del grupo.
ü  Por el contrario, los niños y niñas mal adaptados suelen ser producto de relaciones desfavorables entre los padres y los hijos.
ü  Los pequeños que se ven privados de atención y afecto de los padres, tienen hambre de afectos; temen que los pasen por alto. Además, están demasiados dispuestos a tratar de agradar a los demás y hacer toda clase de cosas por ellos. Todo esto es una forma de compensación y un intento para obtener el afecto a cualquier costo.
ü  Los efectos de las actitudes de los padres no se limitan a las relaciones que tienen con sus hijos; afectan también a las relaciones fraternales y al tipo de relaciones que tengan el pequeño con sus abuelos y otros parientes. De modo similar, esto afecta también a las relaciones familiares.
ü  Por ejemplo, cuando los padres muestran preferencia por un hijo, esto provoca resentimiento y hostilidad entre los hermanos. Hay tendencias a quienes no se ven favorecidos se unan en hostilidad abierta contra el hijo preferido. Cuando los padres son dominados, los niños se unen en contra de ellos, mostrándose poco respeto y poco afecto.
ü  El modo en que los padres tratan al niño o niña afectará las actitudes de este último hacia ellos y el tipo de relaciones que desarrollen. Los niños y niñas, en lugar de los padres, son quienes investigan esta relación. Por ejemplo, cuando los padres se someten a sus hijos o se muestran indulgentes en sus actitudes y el trato que le dan, los niños y niñas tienen poco respeto a sus padres.
ü  En lugar de ello, hacen los que les agradan y muestran poca o ninguna consideración hacia los derechos de otros miembros de la familia.
ü  Esto conduce a malas relaciones familiares y crean un clima en el hogar que se distingue por las fricciones constantes entre los miembros. Además, los padres indulgentes que se ven dominados por sus hijos desarrollan sentimientos de antagonismo, porque sienten que sus pequeños les tienen poco afecto o respeto. Esto matiza sus actitudes hacia los pequeños de modo desfavorable y contribuye todavía más a que empeoren las relaciones familiares que ya de por si son malas.
 1.1.7       Actitudes negativas de los padres frente a la Autoestima de sus hijos:
Desde le punto de vista ideal los hijos requieren de un entorno adecuado que le permita desarrollar al máximo sus capacidades y actitudes, las que a su vez generan una autoestima elevada adecuada para asegurar una vida tranquila y exitosa. Pero no es posible en todos los hogares tanta perfección encontrándose en los padres actitudes que consideramos negativas para asegurar el desarrollo de sus hijos.
Lindenfield (1999, pág. 38-43) sostiene lo siguiente:
  • Egoísmo: querer que sus hijos satisfagan en primer lugar sus necesidades como padres. Manipulan a sus hijos y los encausan hacia ciertas actitudes y estudios que ellos consideran las más convenientes.
  • Abuso de poder: valerse del poder físico emocional para herir a sus hijos o utilizarlos para lograr desarrollar la ira y el odio que sostienen sobre sí mismos, negar comodidades, decir siempre la última palabra en una discusión.
  • Infalibilidad: creer que siempre su actitud es la acertada, no reconocer errores y no apreciar los valores de los demás.
  • Escepticismo: contagiar el desaliento y la duda, poniendo preponderancia en lo que está más o podría ir mal, expresar su duda de toda la gente, incluso de ellos mismos.
  • Pesadumbre: aflorar los buenos tiempos pasados, lo cual los aflige, se aferran a su propia tristeza y dolor y transmiten a sus hijos apatía e insatisfacción para vivir la vida.
  • Servilismo: hacer demasiado servicio a otros y por tanto no tener la energía para sus hijos, adoptar problemas ajenos como propios.
  • Estancamiento: resistirse al cambio a las nuevas ideas, ser rutinario y aconsejar a los hijos y actuar de igual manera.
 1.2 LA SOCIALIZACIÓN
1.2.1Definición:
Existen diversos conceptos acerca de la socialización, describiré dos, por así considerarlos los  más importantes para esta investigación:
  • Según Mussen, (1976, pág. 121) sostiene que la socialización es el proceso de aprendizaje social a través del cual los individuos aprenden las conductas aceptadas por su sociedad. Este proceso se inicia en la familia. Dentro de está la madre quien cumple un papel importante de sentar bases de la adaptación social futura, la atmósfera del hogar es la que luego ejerce la mayor influencia, siendo más positiva una atmósfera democrática.
Complementario a este concepto se afirma que “…la socialización del niños y/o niña es la identificación, que alude a incorporación de lo valores y comportamientos del progenitor del mismo sexo por parte de niño. La identificación explica, por ejemplo, por qué los muchachos que provienen de hogares en los que faltan los padres son menos agresivos que aquellos en el éste se halla presente.
Se puede relacionar la adaptación psicológica con la adecuación de la identificación del niño con el progenitor del mismo sexo, aun cuando la relación es más fuerte en el caso de los niños que de las niñas.
Como observamos en el proceso de socialización permite la integración de un individuo a su grupo social, constituyendo de gran importancia para que se desarrolle este proceso la identificación con los padres, las interacciones sociales tempranas exitosas en relación a padres y amigos sientan las bases de un desarrollo social adecuado.
 1.2.2 Aprendizaje Social
Para Miller y Dollard citado por González (1971, pág. 34) en el aprendizaje social humano el puesto fundamental lo ocupa indudablemente la imitación, es decir la tendencia a hacer lo que los otros están haciendo en determinadas situaciones, dichos investigadores estudiaron la imitación experimentalmente y la concibieron como una forma de conducta aprendida, que se adquiere sobre las bases de las recompensas que se obtuvieron al utilizar los indicios de la conducta de otro individuo para diseñar una respuesta igual. Determinadas acciones sociales tienen efecto sobre el aprendizaje, entre ellas el elogio y la reprobación como factores de acción interpersonal. El elogio acelera en mayor medida el aprendizaje que la reprobación. Es importante anotar que la indiferencia suscita un aprendizaje menor que la reprobación.
 1.2.3 Aprendizaje social en la familia
El primer aprendizaje en el niño tiene lugar en el hogar, y sus primeras experiencias con su familia, especialmente con la madre, son decisivas en la determinación de su actitud hacia los demás individuos y sus expectativas de estos.
Para Mussen (1976, pág. 133) “la madre satisface las primeras necesidades básicas del niño en materia de alimento, de alivio de dolor, del calor, y tal vez aun de la estimulación táctil” muchas de estas satisfacciones se proporcionan en el acto de amamantar al niño o niña.
Además la madre ayuda a aliviar su dolor y a procurarle calor cuando la necesita. Por estas razones, la presencia de la madre se asocia a la satisfacción de necesidades, y en ella empieza a representarse el placer, el alivio de tensiones y el contento. Además el niño o niña no tarda en aprender a buscar a su madre siempre que tiene hambre o dolor o no se encuentra bien. Si la madre lo alimenta y satisface sus necesidades rápidas y eficazmente premia las reacciones del “acercamiento” del niño, y estas tenderán a repetirse. Las reacciones positivas de acercamiento a la madre, si se ven premiadas con frecuencia y eficazmente, se generalizan asimismo a otras personas, el niño desarrollará actitudes sociales favorables, acercándose a otros cuando necesita ayuda y respondiendo en general a los demás en forma amical y franca.
 1.2.4 Puntos esenciales de la socialización
Según Grai (1992, pág. 217) sostiene que: “Las actitudes de los niños y niñas hacia las personas y las experiencias sociales y el modo en que se entiendan con otros individuos, dependerán en gran parte de sus experiencias de aprendizaje durante los primeros años formativos de su vida”. El hecho de si aprenderán o no a conformarse a las experiencias sociales y se socializaran, dependerá de cuatro factores:
  • En primer lugar, son esenciales las oportunidades amplias de socialización, porque los niños no pueden aprender a vivir socialmente con otros si pasan la mayor parte de su tiempo solo.
Cada año, necesitan más oportunidades para estar no sólo con otros de su propia edad y su mismo nivel de desarrollo, sino también con adultos de diferentes edades y antecedentes.
  • En segundo lugar, los niños y niñas no sólo deben poder comunicarse con otros cuando estén con ellos, con palabras que los demás entiendan, sino también hablar de temas que sean comprensibles e interesantes para otros. El habla socializada, es una ayuda importante para la socialización, sin embargo, el modo de hablar egocéntrico se opone a ella.
  • En tercer lugar, los niños y niñas sólo aprenderán a ser sociable si se sienten motivados para ello. La motivación depende, en gran parte, de la cantidad de satisfacción que obtengan los niños a partir de las actividades sociales. Si gozan con sus contactos con otras personas, desearan repetirlos. Por otra parte, si los contactos sociales les dan poca alegría, los evitarán, siempre que sea posible.
  • En cuarto lugar, es esencial un método eficaz de aprendizaje bajo dirección. Por medio de tanteos, los niños y niñas aprenden parte de los patrones conductuales necesarios para un buen ajuste social.
También aprenden mediante la práctica de desempeño de papeles, al imitar a las personas con las que se identifican; sin embargo, su aprendizaje será más rápido y los resultados de finales mejores, si les enseña una persona que pueda orientarlos y dirigirlos, escogiendo a sus compañeros, con el fin de que tengan buenos modelos que imitar.
 1.2.5 Fundamentos de patrones conductuales asociales:
Algunas de las formas de conducta social que se desarrollan a comienzos de la infancia se basan en fundamentos establecidos en la edad de los bebés.
Algunas son nuevas, basadas en nuevos fundamentos. Muchos de los patrones de conducta en situaciones sociales parecen ser asociales o incluso antisociales; pero, en realidad, todos ellos son importantes para el proceso de socialización. Los fundamentos establecidos a comienzos de la infancia determinarán el modo en que se ajustarán los niños y niñas a las personas y las situaciones sociales, cuando el ambiente se haga más amplio y cuando no tengan la protección y la orientación de los padres, como durante los años que eran bebés.
A continuación según Hurlock (1990, pág. 311) establece lo siguiente
  • Negativismo: el negativismo es resistencia a las presione de los demás para comportarse de cierto modo. Se inicia por lo común durante el segundo año de vida y alcanza la cumbre entre los tres y seis años. Las expresiones físicas, similares a los berrinches, ceden su lugar gradualmente a negativas verbales para hacer lo que se les pide o se les dicen que hagan.
  • Agresión: es un acto real o amenazado de hostilidad, casi siempre no provocado por otra persona. Los niños pueden expresar su agresividad mediante ataques físicos o verbales a otros.
  • Peleas: son disputas airadas que se inician, en general, cuando una persona ataca a otra sin provocación. Las peleas difieren de la agresión, en primer lugar, porque incluyen a dos o más personas, mientras que la agresión es un acto individual y, en segundo porque una de las personas que participan en una pelea desempeña un papel defensivo, mientras que en la agresión, el papel es siempre agresivo.
  • Egocéntrico: casi todos los niños pequeños son egocéntricos, puesto que tienen tendencia a pensar en sí mismos y hablar sólo sobre ellos. El hecho de esta tendencia se desvanecerá, permanecerá constante o se fortalecerá, depende, en gran parte, de si los niños o niñas se dan cuenta de que los hace poco populares y en parte de los deseos que estén de ser populares.
 1.3 LA AUTOESTIMA EN LOS NIÑOS Y NIÑAS
1.3.1     Definición: Según Alcántara (1998, pág. 56) afirma que: No existe un concepto único sobre Autoestima, más bien hay diferentes formas de entender lo que significa. Como tofo, el significado de Autoestima puede entenderse a partir de varios niveles, el energético y el psicológico.
 Desde el punto de vista energético, se entiende que:
Autoestima es la fuerza innata que impulsa al organismo hacia la vida, hacia la ejecución armónica de  todas sus funciones y hacia su desarrollo; que le dota de organización y direccionalidad en todas sus funciones y procesos, ya sean estos cognitivos, emocionales o motores.
De aquí se desprende:
ü  Existe una fuerza primaria que nos impulsa hacia la vida
ü  Esta fuerza posibilita la realización de las funciones orgánicas armónicamente.
ü  Esta fuerza permite desarrollarnos.
ü  Esta fuerza es responsable de nuestros procesos de funcionamiento y tiene que ver con nuestros pensamientos, nuestros actos emociones, nuestros actos.
  • Desde el punto de vista psicológico, puede decirse que:
Autoestima es la capacidad de desarrollable de experimentar la existencia, conscientes de nuestro potencial y nuestras necesidades reales; de amarnos incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr objetivos, independientemente de las limitaciones que podamos tener o de las circunstancias externas generadas por los distintos contextos en los que nos corresponda interactuar
De aquí se desprende lo siguiente:
ü  La autoestima es una disposición, un contenido, un recurso natural en el ser humano.
ü  La autoestima es desarrollable.
ü  Sólo existe relacionado con la experiencia de la vida.
ü  Esta relacionada con el hecho de estar conscientes de nuestras potencialidades y necesidades.
ü  Esta relacionada con uno mismo.
  • Según Céspedes (1995, pág. 185) considera que la autoestima es la valoración positiva que tenemos de nosotros mismos, quererse así mismo, verse valioso, estar satisfecho consigo mismo, expresando una actitud de aprobación o desaprobación. Revela el grado en que una persona se siente y se sabe capaz, exitosa y digna y actúa como tal.
 1.3.2   Características:
Según Arévalo (1999, pág. 108) considera las siguientes características:
  1. Es aprendido: la persona no nace con una actitud negativa hacia sí mismo, pensando negativamente de sí, con una baja autoestima, sino que es el resultado de un conjunto de interacciones de la persona con el medio, la persona aprendió a pensar mal de sí mismo, a no confiar en sí.
  2. Es generalizable: se orienta y se engloba todas las actividades del individuo. Es decir que no se limita solo a una situación específica sino a las diferentes roles que cumple la persona.
  3. Es estable: el concepto de uno mismo por su producto de un proceso que requiere de un conjunto de cambio y de ejercitaciones del sujeto, no cambia rápidamente de un momento a otro, sino que se mantiene más o menos estable.
  4. El carácter social: la autonomía se basa en la congruencia entre la percepción, valoración que los demás tiene de nosotros. Es decir que debe de haber un equilibrio entre la manera como nos vemos a nosotros mismos y cómo nos ven los demás.
  5. Es integradora: la autoestima incluye todas las diversas esferas de actuación del sujeto, incluye a la persona como un todo, no solo hace referencia a la manera de hablar, sino también d pensar y de sentir.
  6. Es dinámica: se desarrolla continuamente, puede crecer, arraigarse más íntimamente.
  7. Es adquirida: la persona tiene una autoestima alta y baja como resultado de haber vivencias, éxitos y fracasos, o de haber tenido o no oportunidades para ello.

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