viernes, 29 de abril de 2016

evayebrasoto@gmail.com

evayebrasoto@gmail.com

NIÑOS / GENIOS

Todos los niños son unos genios, ayúdales a descubrirlo

Publicado: Actualizado: 
Imprimir
Si algún día encuentras la pasión de tu vida siéntete afortunado. Jamás estarás solo. Comprenderás que la alegría y la tristeza, el dolor y la felicidad son estados del alma cambiantes. Existe una certeza íntima de ser uno mismo que solo se experimenta cuando haces lo que amas y amas lo que haces.
Rubén Fernández García tiene 64 años y la convicción de que lo mejor que le puede pasar a una pasión es ser compartida. Mantiene la Orquesta Iuventas y a cerca de 200 niños tocando en grupo cada semana en la Escuela Arcos en Madrid, que montó en los años ochenta junto a su mujer Elvira López de la Manzanara.
maika
Rubén Fernández García
Estudió en el único Conservatorio que había en Madrid en los años sesenta y cuando se matriculó de violín, su profesor solo le tenía a él como alumno. Muchas partituras tenían que pedirlas a Barcelona. "Cuando hablamos de educación siempre nos referimos a las cosas negativas, pero la evolución ha sida extraordinaria", comenta mientras repite como un mantra "la música es un derecho de todos los niños. No solo de las familias cuyos padres han leído lo suficiente como para conocer sus beneficios".
¿Por qué estudió musica?
Por mis padres, que me apuntaron. Lo cuento cuando me dicen que a los niños no hay que obligarlos. Los padres intentan darle lo mejor a sus hijos. Quizá no les gusten las espinacas, pero hay que dárselas y explicarles por qué se las deben comer. Lo mismo pasa a la hora de tocar un instrumento.
¿En su familia había tradición musical?
Mi padre era huérfano, no sabía de quién era hijo, lo dejaron en el torno de un convento. Afortunadamente, en el hospicio de Madrid había una banda de música. En esa época, a los niños les enseñaban oficios. Llegó a ser trombón en la banda de Alfonso XIII. Por su afán de ser una persona socialmente aceptable siempre estaba estudiando. Tenía la necesidad de quitarse esa suciedad que marcaba entonces ser huérfano.
El afán de aprender de su padre marcó su vida
Un día vio un anuncio de clases de inglés gratis y, como no tenía dinero, fue. Eran unos misioneros protestantes ingleses. Y no solo aprendió el idioma, sino que se prendó de la religión y y se hizo pastor protestante en la España de Franco. Eso le llevó a tener una vida muy complicada y hasta pasó por la cárcel. Cuando le cerraron la Iglesia, recuerdo haber ido a recoger los bancos y las Biblias, nuestra casa se convirtió en el lugar de encuentro. Yo era el único protestante en todos los ámbitos en los que me movía.
Entonces, ¿su padre dejó el trombón?
Y se pasó al órgano, que lo tocaba en el salón de casa. Mi madre tuvo quince embarazos, yo fui el número doce. Vivimos nueve hermanos. Mi padre había intentado enseñarles música a todos. En el mundo protestante se canta mucho, se tocan instrumentos de forma habitual. En la cultura alemana musical tiene mucha importancia la reforma protestante. Pasa lo mismo en Suecia, Noruega o Finlandia. En España no tenemos cultura musical.
¿Con qué instrumento comenzó?
Con el piano, pero lo que yo quería era tocar el órgano como mi padre. Hasta que un día me enamoré del violín. Ocurrió mientras lo sacaba del estuche, me quedé prendado de la belleza, del arco... El profesor me motivó muchísimo, me decía que lo hacía muy bien y muy pronto. Con 15 años, me animó a ser profesional. En el colegio me trataban de desanimar: "Piensa Rubén, que si a esta edad no eres ya un buen músico, es tarde".
No les hizo mucho caso
Me marché a Düsseldorf. Alemania era el mejor sitio para estudiar. Conseguí una pequeña beca, pero no me llegaba. Trabajaba en un café por la noche y limpiaba un par de casas. Había conocido a Elvira el verano anterior, después de meses a carta diaria nos casamos y se vino conmigo. Pudo la nostalgia y dos años después estábamos de vuelta.
¿Y qué hizo?
Encargué unas tarjetas con la inscripción músico profesional formado en Alemania. Me salieron muchos trabajos de grabaciones de discos como el Hey!de Julio Iglesias o Señora de Rocío Jurado.También tocaba en la tele en el programa Gente Joven, donde salían aspirantes a famosos y otros como Aplauso. Una amiga me dijo que había plazas de profesores en el Conservatorio, conseguí entrar y comencé a dar clases.
¿Qué necesidad tenía entonces de montar otra escuela de música?
Una colega japonesa me invitó a un concierto de niños que seguían el método Suzuki. Me fascinó que tan pequeños interpretaran piezas tan difíciles. Y más aún, su entusiasmo al tocar con los más pequeños temas básicos comoEstrellita. Era la forma opuesta a la que yo había aprendido. Significaba pasar de la soledad del alumno-profesor a la alegría de hacer música juntos. Otra dimensión.
Uno de los primeros grupos Suzuki que se monta en España fue en el salón de su casa. ¿Imitó a su padre cuando trasladó la Iglesia a su propio hogar?
No lo había pensado nunca. Puede ser. Lo hacíamos los sábados por la mañana con los hijos de amigos y con las nuestras; Esther, que tenía ocho años, y Andrea con cuatro.
Reivindica la música como un derecho del niño
Todo el mundo sabe lo que aporta en el desarrollo. Lo mejor es que comiencen a tocar un instrumento antes de los cinco años, cuando se están creando parte de las conexiones neuronales que le van a valer toda la vida. La música es un derecho, no una caridad. Y únicamente la están disfrutando algunos.
¿Por eso quiere formar orquestas en los colegios?
Es la forma de que llegue a todos. Este año hemos creado, gracias a un grupo de padres, una orquesta en el colegio público San Cristóbal, de Madrid. También estamos en la escuela Fernando el Católico. Se intentó sin éxito conseguir financiación y las familias pagan una pequeña cuota. Les damos clase a la vez a 40 niños de Primaria. Algunos llegan con la actitud "yo soy tu enemigo", te dicen que no van a tocar porque quieren irse al patio a jugar al fútbol, pero luego los ves como se esfuerzan. Nos buscamos la vida para que no sea obligarles.
¿Cómo motivas a un niño para que estudie?
Yo he oído decir a Yo-Yo Ma, el mejor violonchelista del mundo, que odia estudiar. Y que lo hace porque puede más la experiencia de emocionarse y de emocionar a su público. A un niño no se lo puedes explicar así, pero debe saber que no es el único en el mundo al que no le gusta estudiar. También hay que recordarle lo que disfruta el día que se toca en un concierto. Los padres somos fundamentales.
¿Y los profesores?
Les digo que el lema de nuestras clases debe ser "el mejor recreo". No es fácil porque has de adaptarte a cada alumno, estar fresco y no siempre tienes un buen día. Pero, si trabajas con esa mentalidad, si el niño ve que le respetas, que no le estás obligando porque quieres imponer tu autoridad...
¿Qué es la autoridad?
Es algo que gestionamos muy mal. Tienes que cuidarla mucho y usarla en pocos momentos, pero importantes. Si tu hijo va a cruzar la calle sin mirar pégale un grito, ese es el momento de autoridad que necesitan, pero no todo el día gritándole. Tu hijo va a saber, por tu manera de mirar o de darle importancia a lo que está haciendo, que lo tiene que hacer, y que es bueno para él.
¿Se puede enseñar sin pasión?
Se tiene que vivir con pasión y yo intento enseñar así. El niño es un genio y la música les ayuda a serlo. Otras enseñanzas les van cortando las alas. Les dicen: tu ya tiene que ser un adulto, te tienes que sentar en una mesa, aprender a escribir, hablar inglés perfectamente y saber matemáticas. Si no, vas a ser un fracasado. Así empiezan a quitarles su fantasía, su creatividad, sus ganas de investigar y probar. El niño aprende sobre todo jugando, no lo puedes convertir en un oficinista desde que nace. Tiene que moverse, jugar, saltar, tener amigos con los que inventarse cosas. Si diriges eso hacia la enseñanza, va a aprender mucho mejor que de otra manera.
Ya, pero, ¿cómo le dices a un niño que tiene que ensayar cada día?
La música es un juego con disciplina. Un entrenamiento que alguien te enseña cómo hacer. Tiene que saber que la disciplina es algo bueno, que si se esfuerza va a tener resultados y conseguirlo les da autoestima. Eso es importante. El niño es un genio y lo respeto, no tiene que ser lo que yo quiera, voy a ayudarle a descubrir lo que él quiere, lo que ya tiene dentro.
El violín suena tan mal los primeros años de aprendizaje...
No hay que tener miedo a equivocarse y en la educación actual eso está perseguido: equivocarse es fracaso. Un científico que fracasara en su primer intento de conseguir algo... no inventaríamos nunca nada. El fracaso es parte del aprendizaje y de la vida. Si el niño tuviera miedo al error cuando nace no aprendería a hablar.
¿Podemos vivir sin música?
No. La razón es que habla a zonas de nuestra alma, personalidad o cerebro como no lo hace ninguna otra forma de expresión. Te conecta con lo indescifrable. Beethoven decía "donde no llegan las palabras llega la música".
¿Lo fundamental de su experiencia como profesor?
Primero hay que entender que todos somos diferentes, y respetar sus ritmos. No puedes dar la misma clase a todos los niños, eso es evidente y además injusto. Y segundo, si no te preocupas en formar profesores olvídate de todas las reformas educativas. No servirán de nada.
¿Qué es lo más bonito que le han dicho?
"Tu me enseñaste a amar la música, otros me enseñaron a tocar".
(Sigue leyendo después de la imagen...)
maika
Todos los niños son genios. Cada uno a su manera. Cogerles de la mano y ayudarles a descubrirlo será la mayor aventura que podamos vivir. Con el respeto y la autoridad bien entendida como bandera. ¿Quién se apunta?

miércoles, 27 de abril de 2016

Cuestión de salud

  • Fecha: 11/11/2015
    Fuente: Consejos de tu farmaceutico
  • Según un estudio de la University College de Londres (UCL) la mayoría de los futbolistas sufren problemas graves de encías, caries y erosiones dentales
    En numerosas ocasiones se ha relacionado la importancia del estado de la dentadura con el rendimiento físico entre profesionales del deporte. La University College de Londres (UCL) acaba de publicar un estudio al que se han prestado ocho equipos de fútbol profesionales de Inglaterra y Gales (el Manchester United entre ellos) que demuestra que la salud dental de los jugadores es muy negativa.

    Una mayoría aplastante de los jugadores tiene problemas serios en las encías (un 77% presenta gingivitis y un 80% periodontitis irreversible), casi cuatro de cada diez sufría caries activa en el momento del examen y más de la mitad una erosión dental. Un panorama que sorprende, tratándose de deportistas de élite para los que la salud debería ser lo primero. Pero se trata de un abandono que llama más la atención cuando los propios futbolistas reconocen que afecta no solo a su vida, sino incluso al desempeño de su profesión. Así, 1 de cada 5 jugadores reconoce que el estado de su boca les afectaba negativamente a su rendimiento diario, causando un gran impacto en su calidad de vida, personal y profesional, en partidos y entrenamientos.

    Según los datos, los jugadores sufren mayores problemas dentales que el resto de la población, ya que el 40% de los futbolistas tienen caries y la mitad padecen desgaste dental, causado por la acidez de las bebidas deportivas. Si analizamos el panorama nacional, recordemos un estudio realizado por la Universidad de Barcelona a los jugadores del Fútbol Club Barcelona, durante 3 años consecutivos, donde se afirmaba que, a pesar de los intensivos seguimientos médicos rutinarios a los que se someten, se detectaron numerosas caries no tratadas, gingivitis o casos de bruxismo.

    Según Iván Malagón, director de Iván Malagón Clinc “es necesario que los jugadores y los propios clubes, empiecen a tomar conciencia de la importancia de la salud bucal en el deporte. Además de los chequeos médicos habituales, deben incorporan revisiones odontológicas rutinarias para mejorar la salud bucodental, la salud general y el rendimiento físico de los jugadores”.

    “El problema de la salud bucal en los deportistas es muy importante para su rendimiento físico y su salud general, porque que una mala salud dental puede provocar mayores patologías, como infecciones graves, dolores, trastornos en el sueño, etc, factores básicos en un jugador profesional”, advierte e experto. “Pero además de esto, hay que analizar la mordida del jugador, ya que existe una relación directa entre el equilibrio postural de nuestro cuerpo y la armonía en la función de nuestros dientes. Una mala alineación de los dientes está directamente relacionada con un mal rendimiento” afirma Iván Malagón.

    La importancia de la alineación dental es clave, explica el experto. Cuando no se tienen perfectamente alineados los dientes y bien distribuidas la fuerzas durante la función masticatoria, se tiene un alto riesgo de lesión y de sufrir dolores de cuello, cefaleas/migrañas, dolores de espalda, sobrecargas musculares en piernas, dolores articulares en caderas, rodillas y tobillos… “Para detectarlo y poner solución al problema, en la consulta, gracias a una plataforma estabilométrica, evaluamos la pisada de ambos pies del jugador y detectamos “sobrecargas musculares y/o articulares” que nos facilita información para crear un diagnóstico adecuado y así prevenir o solucionar lesiones alineando los dientes”, comenta Malagón.

jueves, 14 de abril de 2016

Padres / Profesores

hijos?

  • Padres y maestros dan por supuesto que tienen un objetivo común, pero sus encuentros no suelen ser tan positivos como sería deseable
¿Cómo hablar con los maestros de mis hijos?
Los profesores deben saber escuchar las inquietudes de los padres, que son quienes conviven a diario con los hijos (Rob Van Petten - Getty)
¿La relación escuela-familia es siempre una ayuda para el desarrollo de las criaturas? Se da por supuesto que padres y profesores persiguen un objetivo común: favorecer el desarrollo de los niños y niñas que se proponen educar. Pero está por ver qué tiene de común dicho objetivo y, lo que es todavía más complejo, de qué modo se proponen compartirlo.
Escuchando comentarios de padres y maestras llegamos a la conclusión de que en algunas ocasiones el resultado de sus encuentros no es tan positivo como ambos desearían. Parece que esto ocurre sobre todo cuando los resultados académicos no son muy positivos o cuando aparecen graves problemas relacionales o de conducta.
Como ocurre a menudo con los equipos de futbol, cuando los resultados no son buenos o no son los esperados, es cuando llueven los reproches. Así, oímos por ejemplo: “esa familia no tiene arreglo…” o “aunque intentes ayudarlos no están por la labor…” O, desde el otro lado, “solo me llaman para decirme lo que va mal...” o “para qué hablar, se meten en mi vida, pero yo sigo sin saber cómo actuar con mi hija…”.
No parece pues que baste con establecer relación. Resulta imprescindible que ambos protagonistas consigan algún nivel de complicidad, para que su encuentro haya merecido la pena. Y para ello se deberán dar dos condiciones: un reconocimiento mutuo de partida, y que a lo largo del encuentro ambos interlocutores vayan percibiendo que están obteniendo algún provecho.
Las preocupaciones comunes
Para que el supuesto saber del profesorado consiga ser reconocido, deberá ser identificado, visualizado y percibido por parte de los padres a través de la capacidad de escucha mostrada, de la oportunidad de sus comentarios, y del trato y relación que consiga establecer. Una orientación será mucho mejor atendida cuando dé respuesta a algo que inquieta a la persona asesorada, y no tanto a algo que, de momento, preocupa solamente al profesor.
El saber de los padres y madres no se da en general por supuesto, y a menudo se encuentra oculto, incluso para los propios progenitores. Tiene su origen en el conocimiento cotidiano de las criaturas, en el sinfín de momentos concretos en los que ha podido apreciar un cambio positivo o negativo en las reacciones de su hijo. Se trata de un saber distinto, pero con un valor indiscutible si se hace visible.
Alimentarse mutuamente
Uno y otro saber multiplican su efecto en el momento en que consiguen alimentarse mutuamente. La sugerencia de la maestra cobra mayor precisión, y también más sentido, cuando reposa en el relato que acaba de hacerle la madre sobre una acción de su hija.
Igualmente, las acciones de la criatura observadas por el padre o la madre adquieren nuevo sentido gracias a consideraciones que aporta el profesor, al contrastarlas con su experiencia en relación a otras criaturas. Unos y otros se necesitan para la construcción de nuevos significados y para inventar salidas renovadas a situaciones difíciles.
Una orientación será mucho mejor atendida cuando dé respuesta a algo que inquieta a la persona asesorada
Algunas formas de proceder lo facilitan: acompasar los tiempos de unos y otros. La espera y la escucha resultan en estos casos mucho más eficaces que la impaciencia o el recitado de cambios o tareas que es preciso abordar. Por otra parte, la presencia de los dos progenitores, cuando los haya, facilitará también la búsqueda realista de salidas.
No basta pues con establecer una relación, es necesario además que sea colaborativa. De otro modo la relación podría ser incluso negativa.

lunes, 4 de abril de 2016

622 373662

Podéis mandar vuestras dudas por wasap

Pregunta


Una pregunta incómoda

19/03/2016 | (2 comentarios)
 24 120meneame0
“¿Qué es más importante: aprender trigonometría o saber relacionarse con los demás?”
           (José Carlos Aranda. Autor de ‘Inteligencia natural’)

A veces, una pregunta sencilla es capaz de dinamitar toda la arquitectura sobre la que está edificada el mundo conocido. Toda la vida viviendo con la convicción de que la trigonometría es la columna vertebral del sistema educativo y, zas, llega este señor dándole la vuelta como a un calcetín. La pregunta es demoledora. Porque la respuesta es realmente inquietante. El caso es que usted puede tener un chiquillo que sea el Pitágoras del triángulo equilátero y un lerdo en inteligencia social.
A partir de ahí es donde el señor Aranda construye su teoría. Es más importante, sostiene el profesor, educar en la felicidad que en el conocimiento. Ahí es nada. Muchos de ustedes querrán correr a gorrazos al autor de “Inteligencia natural” en la creencia de que la suya es la teoría del hedonismo y el mínimo esfuerzo. Nada más lejos de la realidad, que diría un jipi en un viaje lisérgico. Para el señor Aranda, la felicidad no es que el niño haga lo que le salga de las narices. Es un estado mental de confianza y de autoestima, a partir de la certeza de que la vida es una sucesión de problemas que es preciso superar.
La del señor Aranda, por lo tanto, es una pregunta incómoda. Pero las preguntas incómodas son las que mueven el mundo. Las que cuestionan, por ejemplo, que los sistemas de evaluación educativa se centren solamente en la capacidad cognitiva del alumno y olviden que la inteligencia es mucho más que saber hacer una raíz cuadrada. Porque usted, argumenta el señor Aranda, puede vivir sin saber despejar una ecuación. Pero, ¿y sin saber cómo relacionarse con el mundo?

domingo, 3 de abril de 2016

Trastornos de la personalidad

http://www.linaresnevadopsicologos.com/es/tratamientos-bilbao/trastornos-de-la-personalidad_7.html?gclid=CKK-seWY8ssCFcZAGwodze0Iyw

Trastornos emocionales en niños

Trastornos emocionales en los niños ¿Cómo identificarlos?
En la consulta del médico de familia o de pediatría se encontrarán a menudo niños con trastornos emocionales que hemos de intentar identificarlos.
Es más difícil en niños menores de 6 años por la falta de comunicación, en niños mayores de 6 años el médico puede evaluar el estado emocional con mayor facilidad.
Hay que observar al niño y tratar de detectar los signos de ansiedad, hay que hablar con el niño sin la presencia de los padres, hay que intentar que el niño se quede en la consulta solo, se intentara al menos tres veces, la incapacidad de abandonar a los padres después de los seis años significa inmadurez o alteración emocional.
Hay que preguntar al niño si le pasa algo malo, si dice que es malo o que otros le tienen manía pídale que le explique algo más sobre ello. Valore su sucesión de pensamientos, si es lógica o no lo es.
Investigue si el niño está sometido a estrés por causas ajenas a él, en el ambiente familiar, en el colegio, etc. Hágale preguntas que le relaciones con los diferentes ambientes, escolares y familiares buscando indicios que relacionen su estado con este tipo de problemas. Pregúntele si hay algún problema en la familia, y valore su lógica. Intente establecer el tipo de relación con los padres y el resto de hermanos, e interrogue a los padres sobre los hábitos familiares y el tiempo que dedican a sus pequeños.
Si el niño duda en hablar de sí mismo pregúntele por su mejor amigo o por otras personas del entorno, al hacerlo probablemente hablara mas de si mismo que de su amigo.
Pregúntele que hará cuando sea mayor. La incapacidad para dar una respuesta indica inmadurez, probablemente está diciendo que quiere seguir siendo un bebe.
Sospeche tendencias esquizoides en un niño aislado, pasivo, que cuando se le pregunta ¿qué quiere ser de mayor?manifiesta ocupaciones que consideramos raras. Un niño que se muestra maduro y confiado, que quiere ser bombero como su tío probablemente tiene una buena identificación.
Para valorar su madurez psicosexual pregúntele al chico si sabe de dónde vienen los niños, si rehúsa contestar o da una respuesta poco realista a los 10 o 12 años sugiere inmadurez. Pregúnteles a los chicos si les gustan las chicas y al revés, pregúnteles después si piensan casarse.
Valorando las respuestas del niño a dichas preguntas podrá apreciar su agresividadsu madurez, su identificación y su desarrollo psicosexual.
Si el niño o la niña es inmaduro a simple vista y falla en una de las cuatro aéreas anteriores es necesario enviarlo al psiquiatra. Si los fallos del niño son ligeros probablemente se pueda aconsejar a sus padres mientras se sigue valorando a la familia.

Problemas / como enseñar a resolverlos

¿Cómo enseñar a nuestros hijos a resolver problemas?  

En muchas ocasiones, los padres olvidamos con mucha facilidad cómo aprendíamos cuando éramos niños.

Da igual que en la cocina de casa nos describieran la mejor técnica para ir en bicicleta o que nos sermonearan sobre cómo conseguir no hacer caso a los compañeros de clase cuando se metían con nosotros. Todo parecía muy sencillo en teoría, en la cocina de nuestra casa, pero otra cosa era cuando montábamos en la bicicleta en la calle o cuando nos teníamos que enfrentar a los insultos de nuestros amigos en el colegio.

Aprender a hacer lo correcto no es tan fácil como en ocasiones creemos. La teoría se la saben muy bien nuestros hijos pero la práctica ¡qué difícil es llevarla a cabo! A veces querer aprender no es suficiente para aprender.

¿Qué necesitan? Necesitan un poco más de apoyo de nuestra parte. Necesitan practicar, aprender a tomar decisiones y experimentar consecuencias.

Explicarles a nuestros hijos lo que deben y no deben hacer, cómo y cuando deben hacerlo es una parte del proceso de aprendizaje, pero insuficiente si no les enseñamos al mismo tiempo, a través de la práctica, a tomar decisiones y a solucionar problemas.

¿Qué podemos hacer para que nuestro hijo sepa elegir la mejor opción entre varias alternativas? ¿Cómo ayudarle a que se enfrente a los problemas con seguridad? ¿Cómo le podemos enseñar a plantearse diferentes soluciones ante una situación conflictiva?

Hay métodos que nos permiten ayudarles a conseguirlo, métodos muy sencillos y elementales que, inconscientemente, todos hemos utilizado a lo largo de nuestra vida. Vamos a repasarlos.

Simular situaciones reales

Imaginar cómo podría ser una opción hipotética y reproducirla en casa con nuestros hijos nos permite poner a prueba distintos enfoques sin necesidad de "estrellarnos" si algo sale mal. Se trata de practicar lo que nuestros hijos ya saben de manera intelectual pero que, por diferentes motivos, no saben o no pueden llevarlo a cabo.

Por ejemplo: Alex, 10 años. Tiene un compañero en clase que a menudo le quita su bolígrafo rojo y no se lo devuelve. Su madre/padre puede adoptar dos posiciones y decirle:

Incorrecto: "Te he dicho muchas veces lo que debes hacer. Deberías quitarle los suyos para que aprendiera la lección. La próxima vez le quitas el bolígrafo aunque esté escribiendo. ¡Es muy sencillo!"

Correcto: "Te molesta mucho que te quiten tus cosas y te da miedo recuperarlas y enfrentarte a tu compañero ¿verdad? Vamos a hacer una cosa: si te parece bien, vamos a practicar lo que podríamos hacer la próxima vez que te ocurra eso".

Ambos interpretan diferentes papeles. Al principio la madre es Pablo (el niño que le quita los bolígrafos). Le enseña cómo actuar y qué decir ante esa misma situación: "No lo cojas; lo necesito yo". También le enseña otras formas de decir "no" , ya que negarse es lo que más le cuesta a Alex: "Es mío, no lo cojas", "No te lo dejo; ya te he dejado otros bolígrafos y no me los has devuelto", "Lo siento pero no", "¡Cómprate uno! Yo también lo necesito", etc.

Luego cambian los papeles. Alex hace lo que su madre hizo anteriormente en la representación. Dice con voz clara y firme: "No los cojas. Son míos y los necesito"
Madre: "Muy bien Alex. Seguro que le quedará muy claro a Pablo".

A medida que practican, Alex se siente más seguro. Se da cuenta de que decir "No, lo siento" no es tan difícil como pensaba. De hecho, nunca se lo había dicho a su compañero por miedo, por lo que éste aprovechaba para actuar de la misma manera una y otra vez.

El hecho de imponer sus límites fue suficiente para cortar esta incómoda situación y devolver la confianza a Alex.

Empezar de nuevo

No os descubrimos nada nuevo con esta técnica pero os recordamos que es muy útil para corregir pequeños incidentes del día a día, no solo con niños pequeños sino también con adolescentes.

Como su nombre indica, se trata de darles una segunda oportunidad para que puedan hacerlo de nuevo pero esta vez correctamente y colaborando.

La operativa es la siguiente: Se le aclara al niño qué es lo que ha hecho mal, cómo se espera que lo haga y se le anima a hacerlo de nuevo, pero esta vez de manera correcta.

Por ejemplo: Cristina, 15 años. Ha discutido con su madre por culpa de una camisa.
Le "exige" que se la preste, con imperativos y malos modales: "nunca me dejas nada, no confías en mi, eres una egoísta" etc, son palabras muy utilizadas por Cristina cuando se trata de conseguir algo de su madre.
Madre: "Con estas palabras, no te la dejo; si quieres, puedes volver a pedírmela de otra manera"
Cristina: "¡Vaaaale!; ¿me dejas tu camisa azul esta tarde?"

Otro ejemplo: Nacho, 7 años. Se le ha olvidado lavarse las manos al llegar a casa.
Padre: "Lo primero que se hace al llegar del colegio es lavarse las manos"
El padre le dice a Nacho que vuelva a llamar al timbre de la puerta y que "lo intente de nuevo".

Si tu hijo no obedece, será necesario hacer cumplir las consecuencias. Por ejemplo, en el caso de Nacho, no podrá merendar hasta que se lave las manos.

Analizar la opción elegida

En muchas ocasiones los niños no eligen la mejor solución a un problema porque, sencillamente, no saben ver otras opciones o alternativas mejores.

Acostumbrarlos desde pequeños a considerar varias opciones alternativas de conducta les ayuda a autodisciplinarse y a fomentar la responsabilidad.

Mecánica: Analiza con tu hijo otras opciones para resolver el problema. Para ello, hazle preguntas que le ayuden a imaginar otras alternativas más plausibles. Si es muy pequeño, tendrás que sugerir tú esas ideas. Después anímalo a aplicar la opción más adecuada la próxima vez que tenga oportunidad.

Por ejemplo: Ignacio (8 años). Le dice a su padre, cuando éste le pregunta por sus deberes, que ya los tiene hechos y comienza a jugar. Su padre lo comprueba y ve que gran parte de ellos no están hechos.

Padre: No hacer los deberes no es una buena solución pues sabes que si no los haces no tendrás oportunidad de jugar y el profesor te reñirá al día siguiente. ¿Qué crees que puedes hacer para solucionar los problemas que tengas con los deberes?

Ignacio: No se me ocurre nada, papá.

Padre: Si no sabes cómo hacer los deberes o te resultan demasiado difíciles puedes pedirnos ayuda a mamá o a mí. También podrías telefonear a un amigo para que te ayudara por teléfono. Podemos poner una nota al profesor en tu agenda y decirle que te vuelva a explicar la lección. ¿Qué te parece?

Ignacio: Os pediré ayuda.

Padre: Bien. Eso será suficiente para que puedas llevar al colegio cada día los deberes hechos y te sobre tiempo para jugar. Buena elección.

Dar opciones

Ofrece a tu hijo dos o tres opciones (límites) de modo que sea él el que tenga que elegir una de ellas, y responsabilizarse de sus actos.

Luis, 5 años. Puedes jugar con la jeringa de agua en el patio o en la terraza, pero nunca dentro de casa. ¿Qué quieres hacer?

Inés, 9 años. Ha pegado a su hermana Esther, de 4 años. La madre le castiga a irse a su cuarto 10 minutos "a pensar". Irene se niega.
Padre: Puedes irte a tu cuarto 10 minutos o te llevo yo durante 20 minutos ¿Qué decides?

No son negociables estas opciones. De hecho, son los límites que ponemos a su comportamiento y estos no se pueden negociar. Si a pesar de dar opciones, tu hijo infringe estos límites, añade a las opciones la conciencia lógica:

Irene, 15 años: Puedes coger mi camisa cuando quieras, siempre que me la pidas antes. Si no me la pides previamente, perderás el privilegio de ponerte mi ropa ¿Lo has entendido?

Javier, 10 años. Puedes hacer los deberes antes o después de merendar pero recuerda que no podrás ver la televisión si no has acabado tus deberes. ¿Qué decides?

Técnica de resolución de problemas

¿Qué pasa si a pesar de las opciones y consecuencias tu hijo no cambia de postura? ¿Hay que pasar directamente al castigo o hay alguna otra posible solución? ¿Por qué enfrentarnos contra nuestros hijos cuando surge un conflicto en lugar de buscar con ellos una solución que respete las necesidades de todos?

Esta técnica de resolución conjunta de problemas permite encontrar entre ambas partes una solución satisfactoria tanto para padres como para hijos, sin necesidad de que haya vencedores ni vencidos. Tu hijo o hijos podrán participar en la elección de la solución, se sentirán respetados y comprendidos y se involucrarán en la decisión tomada.

El mejor momento:
Cuando todos estáis en calma, en frío, y podéis controlar las emociones.

Método:

1. Hablar de tus necesidades y de las suyas, así como de vuestros sentimientos.
2. Buscar soluciones conjuntamente sin evaluarlas. Tan solo escribir todo lo que se os ocurra, sean practicables o no.
3. Decidir entre ambas partes cual es la solución o soluciones más interesantes, las que son más respetuosas con todas las necesidades y dificultades, desechando las que no interesen.

Beneficios:

1. Tu hijo ha participado en el acuerdo y lo ha aceptado, por lo tanto es más probable que funcione que si la decisión la han tomado los padres unilateralmente.
2. Es un buen método para conocer las dificultades que tienen los hijos, dificultades que a menudo ignoramos o nos esconden los verdaderos motivos del conflicto.
3. Todos salen ganando: tu hijo no quedará frustrado porque ha de obedecer "porque lo dices tú" y no acabará ganando porque no cederás por cansancio a su tozudez.
4. La familia aprende a negociar, sin que ello sea sinónimo de perder la autoridad. El niño aprenderá a hacer concesiones, a proponer ideas creativas, a "ponerse en la piel de los demás", contribuyendo a su maduración y a la maduración de la familia en general.

Veamos un ejemplo en la página siguiente.

Técnica de resolución de problemas. Ejemplo

Enrique, 13 años. No consigue mantener en orden su cuarto. Las peleas son diarias con sus padres. La mejor manera para que cambie de actitud es involucrarlo en el problema.

Madre: Me entristezco cada vez que voy por la mañana a tu habitación y me encuentro tu ropa sucia por el suelo, los libros desordenados, las camisas amontonadas en la silla, los zapatos con barro. Me siento triste al pensar que no eres considerado conmigo y con el resto de la familia.

Enrique: ¡No está tan desordenado!

Madre: También entiendo que estás cansado por la mañana y apenas te queda tiempo para ordenar tu habitación. Tienes muchas cosas que hacer y ordenar tu cuarto no es tu prioridad.

Enrique: Es que me acuesto muy tarde haciendo deberes. Y los días de fútbol estoy muy cansado.

Madre: Te entiendo. Sin embargo, para mi es muy importante. No solo porque es un hábito importante sino porque es una manera de respetar a los demás, de vivir en comunidad y de ayudarme con las tareas de la casa. Yo también estoy cansada y sin embargo mantengo ordenada, no solo mi habitación, sino también el resto de la casa. ¿Puedes ponerte en mi lugar?

Enrique: Tienes razón, mamá. Lo intento pero no siempre lo consigo

Madre: ¿Qué tal si pensamos en una solución que nos satisfaga a los dos?

Enrique: ¡Vale! La mejor solución es que no entres a mi cuarto y así no te enterarás de cómo está mi cuarto.

Madre: De acuerdo. ¿Qué más?

Enrique: Podrías decirle a Miguel (su hermano de 10 años) que limpiara mi cuarto por mi.

Madre: También podrías levantarte cada día 15 minutos antes para colocar todas las cosas en su sitio.

Enrique: Vale. Pero el problema es que no tengo sitio en el armario.

Madre: Entonces se me ocurre que podría ayudarte una primera vez a ordenar contigo el armario para conseguir el espacio suficiente.

Enrique: Eso estaría bien. Ya que tú me ayudas con el armario, yo intentaré hacerme cada día la cama. Pero solo estirarla ¿vale?

Madre: Creo que también sería una buena idea ponerte una estantería nueva para que pudieras tener los libros siempre ordenados.

Enrique: ¡Eso es genial! Y que Miguel no entre sin mi permiso a mi cuarto. Muchas veces él es quien me desordena los libros.

Madre: Yo podría hablar con él y convencerle de que te pida permiso antes de entrar. Seguro que si le pasas algunos de los libros que ya no lees se conforma y acepta. ¿Algo más?

Enrique: ¿Qué te parece si coloco el cesto de la ropa sucia más cerca de mi cuarto, junto al pasillo? Así me acordaré de tirarla al cesto por la noche. Y si me dejas tener la caja de limpiar los zapatos en mi cuarto de baño en lugar del lavadero, también podría limpiar un día a la semana los zapatos del colegio. Tú podrías ayudarme con el barro de los deportivos los días de lluvia.

Madre: Lo apunto. ¿Algo más?

Enrique: Sí, que no me gustaría que vinieras cada día a mi habitación para controlar cómo la he dejado. Apunta que solo te pasarás los domingos.

Madre: Vale, pero los martes también. ¿Algo más? ¿No? Pues miremos nuestra lista.

Ahora lee en voz alta todo lo que han dicho, las valoran, eliminan las que no son operativas y hace una nueva lista con las medidas tomadas por consenso:

Madre:

* Hemos quedado que te levantarás 15 minutos antes cada día para ordenar tu habitación.

* Yo te ayudaré una tarde a organizar el armario para que tengas espacio suficiente para mantenerlo ordenado y con la ropa en su sitio.

* Tu harás cada día tu cama, aunque sea estirándola.

* Colocaremos una estantería nueva para que puedas colocar todos los libros que ahora están amontonados en tu mesa y en la mesita de noche.

* Hablaré con tu hermano para que no te toque los libros y tú le pasarás aquellos que ya no leas para que él tenga su propia biblioteca.

* Colocarás el cesto de la ropa sucia cerca de tu cuarto y te limpiarás los zapatos en tu baño una vez a la semana.

* Yo te ayudaré con el barro de los zapatos los días de lluvia.

* Papá o yo supervisaremos tu cuarto dos veces a la semana, los martes y los domingos.

¿Qué te parece la lista? ¿Crees que podremos llevarla a cabo?

Enrique: Ahora me parece "algo" más fácil mantener ordenado mi cuarto. Podemos intentarlo.¡Gracias, mamá!

Técnica de resolución de problemas

No siempre la resolución de conflictos requiere tanto tiempo. A veces, en el día a día, negociamos con nuestros hijos de manera espontánea una solución respetuosa para ambos, solo que no nos damos cuenta:

Sara, 3 años:
Madre: "Es la hora del baño. Vamos al baño, Sara"
Sara: No hace caso en el momento. Acaba de pasar las páginas de su libro y entonces se dirige al baño, tal y como le ha ordenado su madre. Es su manera de decir: "De acuerdo mamá; primero acabo el libro y luego voy a bañarme"

Jaime, 7 años:
Padre: "Saca el fregaplatos, por favor"
Jaime: "Vale, pero déjame que primero acabe la merienda"

Puede que a unos os cueste más que a otros conseguir estas dinámicas. Los ejemplos de todas estas técnicas os muestran el camino, os ilustran sobre cual sería la mejor manera de poner en práctica la teoría, pero debéis tener en cuenta que cada niño es un mundo.

Unos necesitan más perseverancia, otros más tiempo de práctica, más paciencia por vuestra parte, a otros tendrás que adaptarles la metodología a sus características personales, etc. Lo importante es que conozcáis las técnicas para poder elegir aquella/s que se acoplan mejor a la dinámica de vuestro hogar.


Autor/a: Elena Roger Gamir, pedagoga del Gabinete Pedagógico Solohijos
© Copyright Solohijos 1, S.L.
http://www.solohijos.com/newsletter/news.php?num=95_1