lunes, 16 de febrero de 2015

SUPER IMPORTANTE y SUPER OLVIDADO

Del 21 al 24 de mayo se va a celebrar en Zaragoza el 2º Congreso de Inteligencia Emocional y Bienestar. A lo largo de este Congreso se van a dar cita un buen número de expertos sobre la Inteligencia Emocional y se van a presentar varias conferencias y comunicaciones de las últimas investigaciones y experiencias sobre el tema. Buena parte de estas autoridades coinciden en destacar que la educación socioemocional van a constituir la verdadera revolución educativa en los próximos años.
Es urgente poner en marcha un proceso de enseñanza-aprendizaje centrado no sólo en lo cognitivo, sino también en la emocional y social.
¿Cuántas veces ha ocurrido que nos hemos encontrado con algún alumno triste, desmotivado que fracasa en sus estudios y sin embargo tiene muy buena capacidad? Cuando recordamos a los profesores que nos han dejado más huella ¿son los que poseían más cualidades científicas o eran aquellos que mostraban más afabilidad, más simpatía o aquellos que nos animaban en los momentos oportunos? El profesorado, en general, no está preparado en las competencias emocionales. Hasta que no se incorpore en la formación inicial y continua de forma sistemática, con la calidad y duración suficiente, por el momento queda en manos del voluntarismo de unos pocos que se animan a ponerla en práctica. Pero es que además todavía no hay especialistas universitarios formados, ni siquiera existe una sensibilización sobre la importancia de lo que estamos hablando.
 Estos son dos ejemplos de la importancia de la educación socioemocional, tanto en la escuela como en la esfera familiar, de la salud o en el ámbito profesional.
Personas de reconocido prestigio como Eduardo Punset, se preguntan del por qué no se ha incorporado la inteligencia socioemocional en los currículums de todas las etapas. Según este experto, diferentes estudios han demostrado que la Inteligencia Emocional previene riesgos como la violencia o consumo de drogas y alcohol en los niños y adolescentes. También incide en su crecimiento positivo y bienestar personal y social, haciendo que sean menos vulnerables.
Los profesionales de la educación encontramos con frecuencia que el origen de los problemas de aprendizaje hay que buscarlos en situaciones emocionales no resueltas.  Por ejemplo, ¿cómo puede un muchacho estar atento a las explicaciones de un profesor cuando sus padres están en un proceso de separación y durante la noche anterior han tenido una fuerte discusión?
Los profesores deberían tener una sólida formación en inteligencia emocional y, lo que es más importante, deberían poseer habilidades sociales y competencias emocionales. El perfil del profesor que se necesita en estos momentos es más el de conductor de la clase, el de la persona que sabe extraer lo mejor de cada alumno, que sabe motivar, que favorece una buena interrelación entre todos los alumnos. Los conocimientos se pueden encontrar en numerosos lugares pero favorecer determinadas actitudes sólo lo pueden hacer este tipo de personas. Esto mismo es extrapolable al profesorado de formación profesional o estudios superiores.

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