viernes, 21 de agosto de 2015

VIOLENCIA DE GÉNERO / EDUCACIÓN

VIOLENCIA DE GÉNERO, UNA CUESTIÓN DE EDUCACIÓN SOCIAL

machismo
La violencia de género es una forma específica de violencia del hombre hacia la mujer por el simple hecho de serlo. Se fundamenta en el sistema patriarcal y de supremacía donde el hombre se cree superior a la mujer. Se define como todo acto de
violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada (referencia: Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género)
La Ley Orgánica 8/2015, de 22 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia incluye el reconocimiento a los/as menores expuestos/as a violencia de género como víctimas.
La realidad constata día a día, desgraciadamente, que este tipo de violencia no cesa, por lo que es esencial trabajar sobre ella, y la Educación Social juega un papel importante en varios niveles:
PREVENCIÓN:
El sexismo se aprende desde la infancia, la igualdad también, por ello es fundamental empezar a sensibilizar, prevenir y detectar la violencia desde esa etapa (coeducación, igualdad, empoderamiento, educación emocional…) Pero no solo a la infancia se reduce el ámbito de actuación de los/as Educadores/as Sociales en esta temática: es necesario trabajar con madres, padres y familiares (evitar la socialización diferencial, roles de género…); con profesorado (currículum oculto, estereotipos…) y con la sociedad en general, incluyendo por tanto la educación formal, no formal e informal.
INTERVENCIÓN:
Los/as Educadores/as Sociales pueden trabajar con mujeres y menores víctimas de violencia de género (intervención en casos de emergencia; acompañamiento; asesoramiento; acciones socioeducativas estratégicas; seguimiento, etc) y también con los hombres que agreden, a través del diseño, desarrollo y evaluación de programas de intervención específicos, trabajando aspectos como la toma de conciencia de pensamientos, actitudes y creencias sexistas que justifican la desigualdad de género; identificación de las distintas formas en las que se ejerce la violencia de género; asunción de la responsabilidad; trabajo de la empatía, habilidades sociales y de comunicación, etc.
No hay varitas mágicas con las que solucionar esta lacra, pero estos pequeños apuntes, junto con el trabajo interdisciplinar, la coordinación –y eficiencia- institucional (a nivel sanitario, psicológico, judicial…), etc. se irá en la dirección correcta.
Se pueden hacer muchas cosas si hay voluntad para ello, así que… ¡¡A EDUCAR!!

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