domingo, 25 de septiembre de 2016

Padres/pedagogos


ARRANCA EL CURSO ESCOLAR

Las 10 conductas de los padres que entorpecen la educación de los niños

  • Profesores y psicólogos identifican las actitudes más nocivas de los progenitores a la hora de implicarse en la educación de sus hijos
Las 10 conductas de los padres que entorpecen la educación de los niños
Un padre ayuda a su hijo con los deberes (istockphoto)
La mayoría de los padres y madres concede mucha relevancia a los estudios de sus hijos y trata de implicarse en ellos. Pero maestros y psicólogos aseguran que no siempre tienen claro cuál es su papel en el aprendizaje escolar y a veces adoptan actitudes que acaban dañando la educación de los hijos.
ESTUDIAR CON ELLOS
Ser padre y maestro a la vez crea conflictos y dependencia
“Llegan los primeros deberes escolares y ahí están papá y mamá al lado; y los deberes son de la criatura, no de la familia; el deber de la familia es velar por que el niño tenga espacio y tiempo para hacer sus tareas y, si son muy pequeños, facilitar la organización del tiempo”, explica María Jesús Comellas, profesora de la UAB en la facultad de Ciencias de la Educación y psicóloga especializada en las relaciones familia-escuela.
Benjamí Montenegro, del Equip Psicològic del Desenvolupament de l’Individu, dice que el papel de los padres es el de auditores: “Han de controlar que el trabajo esté hecho, pero no entrar en el contenido porque se trata de que las tareas las hagan los niños y así trabajar su autonomía”. Eso no significa que si el niño plantea alguna duda no se le den pistas o herramientas para resolverla. Dicen los expertos que hacer de maestros y padres a la vez no trae más que problemas: crea conflictos familiares diarios y dependencia, porque los niños se acostumbran a que haya alguien encima de ellos para trabajar. Y si el crío tiene dificultades de aprendizaje o necesita refuerzo, el consejo es buscar un profesor particular.
RESOLVÉRSELO TODO
Solventar sus descuidos dificulta su maduración
“Los niños han de aprender a organizarse y a solventar sus problemas, a cualquier edad, y no hay que mandar a nadie corriendo a comprar tinta de impresora a última hora de la tarde porque al día siguiente ha de entregar un trabajo ni llevarle a la escuela el libro o el bocadillo olvidados; si los padres les resuelven todo ‘con tal de que estudien’, no maduran, no asumen sus responsabilidades ni aprenden a ser autónomos”, coinciden Comellas y Montenegro.
FOCALIZAR TODO EN EL ESTUDIO
Hacer de la formación el eje de la vida familiar daña la relación
Los educadores aseguran que una frase muy reiterada de los estudiantes es “a mis padres sólo les interesa si estudio, lo demás no les importa nada”. “Cuando focalizas todo en los estudios, cuando lo primero que le preguntas a tu hijo en la puerta de la escuela es qué deberes tienes o qué nota te han puesto en vez de cómo te ha ido el día, o con quién te has relacionado, transmites que te interesa el aprendizaje, no la persona”, dice Comellas. Y agrega que lo mismo ocurre cuando al hijo universitario se le libera de tareas domésticas porque “su trabajo es estudiar”. “Esa persona tiene que vivir, ha de saber organizarse, tener habilidades domésticas y saber relacionarse, y de eso a veces no nos ocupamos, ni nos interesamos por su vida emocional y relacional”, enfatiza la psicóloga.
QUERER GENIOS
Sobreestimular a menudo provoca el efecto contrario
Los maestros explican que una práctica muy habitual en las familias es la de sobreestimular a los niños. “Todos quieren un hijo genio y les llenan la cuna de artilugios, abusan de juegos didácticos, se afanan porque aprendan muchas cosas y cuanto antes mejor, y esa sobreestimulación no sólo no influye en una evolución cognitiva más rápida, sino que a menudo tiene efectos contraproducentes en forma de problemas de atención o de falta de concentración”, explica Joan Domènech, maestro del colegio Fructuós Gelabert de Barcelona.
Esa impaciencia respecto al aprendizaje provoca, según los psicólogos, que los padres se desesperen ante las primeras dificultades en los estudios o vivan como un fracaso los primeros malos resultados, sin tener en cuenta que la educación es un proceso a largo plazo y que lo que los niños necesitan para aprender es paciencia y ánimo. “Los padres no deberían considerar los malos resultados como un fracaso porque ello reduce la autoestima de los hijos e incapacita cada vez más a unos y otros”, advierten.
PREMIAR LAS NOTAS
El estímulo material desvirtúa y puede aumentar la frustración
Las notas ni se han de premiar ni castigar; se han de elogiar y aplaudir, o analizar si es necesario dedicar más tiempo a estudiar, según los expertos. “El mejor estímulo es descubrir cosas nuevas y desarrollar tus intereses, si hace falta un estímulo material, es que algo no funciona”, apunta Domènech.
Montenegro advierte que los premios pueden causar una doble frustración, porque con frecuencia se ofrecen por notas poco realistas y si el chaval no triunfa a pesar de la recompensa prometida su sensación de fracaso y su malestar es doble: además de no alcanzar su meta escolar, se queda sin regalo.
DISFRAZAR LA VAGANCIA
Buscar trastornos detrás de los fracasos retrasa la madurez
Otra conducta recurrente que observan los educadores es la tendencia de los padres a buscar trastornos neurológicos detrás de los fracasos escolares de sus hijos. “Hay muchos niños que son incapaces de esforzarse en hacer los deberes o en estudiar porque son vagos, y eso es inmadurez, no un trastorno mental, y a veces se intenta disfrazar esa vagancia como intolerancia a la frustración o intolerancia al estrés, cuando lo que tienen es falta de autonomía”, comenta Montenegro. Comellas subraya que esta actitud tiene que ver con la actitud hiperprotectora de muchos padres que buscan la etiqueta del trastorno para el bajo rendimiento de sus hijos “porque en el momento en que se disfraza algo como trastorno se desculpabiliza a todo el mundo”.
EJERCER DE DETECTIVES
El control absoluto de sus tareas suscita desconfianza
Hay padres que rastrean los deberes, trabajos, las fecha de exámenes o los comentarios de sus hijos en clase a través de la agenda escolar, la web del centro, las redes sociales o implicando en sus indagaciones a los padres de otros niños de la clase, con quienes están en permanente contacto por WhatsApp. “Esa conducta provoca un boquete de desconfianza y no resuelve nada”, advierte Montenegro. En vez de ejercer este control absoluto aconseja realizar un acompañamiento lejano, revisar conjuntamente con el chaval la agenda de tareas pero dejándole que sea autónomo para realizarlas. Y para los padres que optan por preguntar la lección para saber si el niño ha preparado un examen, los expertos recomiendan ponerle tres o cuatro preguntas por escrito, porque normalmente no hay exámenes orales y de nada sirve que el niño se sepa la lección hablando si luego se expresa mal por escrito o comete muchas faltas de ortografía.
USAR EL ESTUDIO COMO PEAJE
Las tareas escolares acaban entendiéndose como un castigo
“Castigado a hacer los deberes” o “hasta que no acabes de leer no hay dibujos” son frases que utilizan algunos padres para incitar a sus hijos a hacer las tareas escolares. Pero los expertos aseguran que el tiempo de estudio debería ser siempre un tiempo de tranquilidad y sosiego, no de regañinas. El objetivo, explican, debe ser ayudar a los niños a descubrir el placer de la lectura o del aprendizaje, y eso no se consigue si se plantean las tareas escolares como un castigo o como un peaje necesario para poder disfrutar de actividades placenteras como salir con los amigos, ver la televisión o jugar con la consola.
Y a medida que crecen, han de entender la relación entre esfuerzo, dedicación y resultados, “y asumir que si han de estudiar más porque han tenido malas notas se trata de una inversión, no de un castigo”, indica Comellas.
PROYECTARSE EN LOS HIJOS
Las expectativas no siempre se adecúan a las capacidades
Los psicólogos consideran que en muchas familias pesan más las expectativas que tienen los padres sobre los estudios de los hijos que las preferencias o capacidades de estos, y muchos chavales son orientados a estudiar lo que quieren o les gusta a sus progenitores. “En este país confundimos inteligencia con título, continuamos desprestigiando la formación profesional y no valoramos la creatividad como un medio para vivir”, reflexiona Comelles.
NO RESPETAR LA LÍNEA ESCOLAR
El modelo de los padres no garantiza el éxito hoy
Muchos padres piensan que el modelo y los métodos educativos que les sirvieron a ellos les servirán a sus hijos, pero la escuela ha cambiado mucho y los niños también. “Lo que a ti te gustaba del colegio, lo que aprendías entonces o cómo lo aprendías no tiene por qué ser un modelo de éxito para tus hijos”, advierte Domènech. Y por eso considera un error que los padres traten de enseñar a los hijos a leer o a calcular por su cuenta o les pongan actividades de refuerzo en casa, sin considerar que quizá están interfiriendo en el ritmo o el método pedagógico que sigue la escuela. “Uno ha de plantearse a qué escuela lleva a su hijo, asegurarse de que comparte las mismas ideas, y luego acompañar al niño en el aprendizaje pero con respeto al proceso que siguen en la escuela, y no dar al niño mensajes diferentes”, reflexiona. Los educadores son especialmente críticos con los padres que muestran constantemente su desacuerdo con los profesores en presencia de los niños, porque estos aprovechan esa situación para manipular a unos y a otros.

miércoles, 24 de agosto de 2016

DEBERES

Deberes , sí o no.

Ante tanto debate, como Pedagoga diré que rotundamente Sí.

Pero no a LOS deberes. Sino a UNOS PARTICULARES. Que deben ser los que cada niño necesita para reforzar y mejorar.

En mi Aula aconsejo y trabajo con CADA UNO, en lo que necesita.

Esto lo hacemos a través de la observación de cada alumno.

Si observo que un niño o adolescente está pasando por un momento que le angustia y desconcentra...ese día sus DEBERES serán hablar, analizar y sacar conclusiones. Y ese día nuestro trabajo será que cuando se vaya de nuestra Aula, lo haga,, comprendiendo porqué se siente así y como gestionarlo ( inteligencia emocional).

Otro día, será necesario explicarle contenidos de matemáticas o de inglés ,etc...

Si intentamos separar e ignorar algunas partes de la vida diaria del niño, no estaremos completando sus necesidades, ni su EDUCACIÓN.
Y las consecuencias se verán a largo plazo.

Irremediablemente , todo afecta al desarrollo del niño. Incluso lo que muchos padres ignoran.

Por eso un pedagogo es siempre recomendable en la vida de un niño.

martes, 23 de agosto de 2016

ATENCIÓN A LAS SEÑALES De ACOSO ESCOLAR

400.000 víctimas más de acoso escolar en cuatro años

Un estudio de la Universidad de Valencia alerta de la escalada de casos entre niños de 12 y 18 años
Lunes, 22 de Agosto de 2016 - Actualizado a las 06:03h.
valencia- Un estudio de matemáticos de la Universitat Politècnica de València (UPV) augura que de aquí a 2020 cerca de 400.000 niños y jóvenes, de entre 12 y 18 años, podrían convertirse en nuevas víctimas de acoso escolar en España, alrededor de 50.000 cada semestre. El estudio, desarrollado por investigadores del Instituto de Matemática Multidisciplinar de la UPV, abarca el periodo de julio de 2015 a enero de 2020 y para su realización han aplicado la modelización dinámica a través de ecuaciones en diferencias. Los matemáticos han dividido en cinco categorías a la población escolar con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años: víctimas, agresores, defensores de los agredidos, colaboradores de los agresores y espectadores que no apoyan ni a unos ni a otros. En total, una población de 3.100.000 escolares.
Lucas Jódar, director del Instituto de Matemáticas Multidisciplinar y uno de los autores del estudio, explicó a Efe que construyeron el modelo matemático tomando como dato de partida referencias estadísticas oficiales de víctimas debullying. También se tomaron como referencia diferentes factores socioculturales, demográficos y económicos, agregó Jódar, quien indicó que de ese modelo matemático se obtuvo la “posible evolución del número de individuos englobados en cada una de las subcategorías establecidas”.
El estudio de los investigadores del IMM-UPV también señala que 388.072 escolares (9,83%) están clasificados como defensores de los agredidos, 1.232.196 (49,20%) como indiferentes, 833.353 (21,11 %) como cooperadores y agresores, 725.530 (18,38 %). El informe permite conocer la evolución de cada uno de los grupos poblacionales cada seis meses y, según se desprende de la aplicación del modelo, de aquí a 2020 se producirían cerca de 100.000 nuevos casos de acoso escolar cada año “si nada cambia respecto al entorno legal en los centros y la actitud de los mismos hacia el problema”, concluyó Jódar.
El también profesor de la UPV, señaló que el acoso escolar, igual que la violencia machista, es un “problema oculto”, ya que se producen más casos que los que se hacen públicos. Además, los menores que practican violencia escolar hoy en los colegios “mañana, con grandísima probabilidad, lo harán contra su pareja o contra la sociedad”, añadió Jódar, quien afirmó que la huella del acoso escolar en la víctima “le dura prácticamente toda su vida”.
“Es un problema gravísimo y en los colegios de España no se hace nada, los profesores no se comprometen y los directores ocultan los casos para que no hablen mal del centro”, indicó el investigador, quien lamentó que tampoco exista cobertura legal.
A su juicio, “leves medidas” como poner en todos los institutos carteles pidiendo a aquellos que conozcan algún caso de acoso escolar que lo denuncie, “produciría un efecto increíblemente positivo”. También señaló que aunque estas cifras de víctimas de acoso escolar en España parecen elevadas, en otros países como Francia se elevan a los 700.000 casos al año. El trabajo elaborado por el Instituto de Matemática Multidisciplinar de la UPV fue presentado en unas jornadas celebradas en la Ciudad Politécnica de la Innovación. - Efe

domingo, 21 de agosto de 2016

VUELTA AL COLE

Es muy importante prevenir.

Y es vital que el niño / adolescente recupere el ritmo y se ponga a punto para comenzar el curso. Repasar y preparar nuevos contenidos.

Para reservar plaza, 94 4413662 /  622 373662,  evayebrasoto@gmail.com

MOBBING A NIÑOS y ADOLESCENTES

Atención , porque un mal rendimiento escolar, puede ocultar maltrato, o bien;
 un sentimiento y una percepción irreales, pero que igualmente atormentan al chaval.

Consultas,
evayebrasoto@gmail.com

ACOSO ESCOLAR

Todos sabemos que muchos niños y adolescentes sufren acoso de algún tipo.

Este puede ir desde un maltrato real en el aula o en pasillos , patios, por redes sociales...a un sentimiento del chaval, que le hace sentir diferente y aislarse...

Lo que pocos saben, es que descubrirlo es algo , la mayoría de las veces, muy complicado.

Esa es mi especialidad...

domingo, 10 de julio de 2016

CASTIGO/HIJOS

CLAVES PARA LA EDUCACIÓN FAMILIAR

¿Cuáles son los límites del castigo a los hijos?

  • Los expertos dicen que el cachete o el encierro en la habitación es pasado; ahora se quita al niño lo que no se ha ganado
¿Cuáles son los límites del castigo a los hijos?
Yamato Tanooka perdió más de dos kilos durante la semana larga que pasó perdido en un bosque tras el castigo de sus padres (The Asahi Shimbun / Getty)
Yamato Tanooka, de 7 años, fue abandonado por sus padres en un bosque de Japón como castigo. El niño viajaba con su familia en coche y su padre detuvo el vehículo en mitad de la carretera y le obligó a bajarse. La intención de los progenitores era dar un escarmiento a su hijo por su mal comportamiento. Dejarlo un rato ahí, para después volver y recogerlo. Pero cuando regresaron al lugar su hijo había desaparecido. Pasó seis días perdido en el bosque. El castigo se les fue de las manos. Como al matrimonio de Madrid, juzgado hace unos días, por golpear y encerrar a su hija, de 16 años, en un trastero sin ventanas por llegar tarde a casa tras una fiesta de cumpleaños. La madre de la menor intentó también cortarle el pelo. Tras pasar dos días encerrada en el trastero, la trasladaron a su habitación, en cuya puerta colocaron un candado. La chica lanzó un papel por la ventana pidiendo ayuda y la adolescente fue liberada por la Policía. Los padres se enfrentan ahora a una petición de pena de seis años de cárcel.
Son dos ejemplos de castigos desproporcionados, que rayan en el delito. Pero ¿dónde está el límite?, ¿el castigo a los hijos es necesario? ¿Debe tenerse en cuenta la edad del niño? Preguntas que seguro que se hacen muchos padres cuando sus hijos se portan mal y quieren enmendar esas conductas. Aplicar la medida correcta y hacerlo además en el momento oportuno no siempre es una tarea fácil. Y más en una sociedad, como la actual, con una exagerada sobreprotección con los hijos.
Álvaro Bilbao, doctor en Psicología, neuropsicólogo y autor de El cerebro del niño explicado a los padres, sostiene que “la neurociencia nos dice que los castigos son poco eficaces”. Bilbao es consciente de que a muchos padres les puede chocar esta afirmación, pero insiste en que numerosos estudios coinciden en que los niños aprenden mejor la lección con otras técnicas, “como poner límites o reforzar las conductas positivas, que con un castigo”. Arantxa Coca, psicopedagoga familiar, afirma, por su parte, que “el límite está en la forma del castigo”. Y añade: “No está prohibido castigar. De hecho, en la vida adulta el castigo también existe impuesto por leyes que te multan y sancionan si te portas mal. Así que el castigo como manera de sanción no es reprobable en sí mismo, pero sí lo puede ser la forma en como se lleve a cabo o la acción aplicada”.
Álvaro Bilbao apunta, al respecto, que “todo padre ha de tener en mente y muy claro que hay otras opciones para resolver los conflictos con los hijos y, si finalmente decide castigar, no puede sobrepasar ciertos límites como por ejemplo la agresión física o emocional. El dolor emocional que puede suponer insultar a un hijo o humillarle puede ser mucho más duradero que un castigo físico”, afirma.
Este neuropsicólogo aconseja “poner normas claras en casa, explicar al niño el comportamiento que esperamos de él o ella y reconocer y fijarnos en aquellas ocasiones en las que el menor tuvo un buen comportamiento. Si nos centramos sólo –continúa Bilbao– en decir al niño lo que no hace bien, su comportamiento posiblemente empeore. Mientras que si nos fijamos en lo positivo su comportamiento tenderá a mejorar. El cerebro funciona así”.
¿Es mejor desplegar, por lo tanto, una política de premios que tener siempre preparada la lista de castigos? Contesta Arantxa Coca: “Premiar es estimular, incentivar, provocar un efecto a un esfuerzo, algo que también existe en la vida adulta, con lo cual es lógico que esté también presente en la vida del niño para reforzar sus motivaciones y, aún más importante, educarlo en la cultura del esfuerzo, esto último muy escaso en las nuevas generaciones”.
Si no queda más remedio que castigar, Coca insiste en que “el castigo correcto es aquel que enseña algo, no únicamente reprime o priva cosas”. Y añade que “debe servir para enseñar, no para obtener obediencia a través del miedo”.
La psicóloga infantil Silvia Álava coincide con Arantxa Coca al afirmar que “el niño debe entender, cuando se le castiga, que con esa medida no se le quita ni prohíbe nada. Simplemente no le permitimos que disfrute de algo que no se ha ganado”. Y el castigo tiene que estar además relacionado con la conducta que se quiere sancionar. Si el conflicto lo ocasiona el teléfono móvil, la respuesta tiene estar relacionada con el uso de ese aparato. El error es castigar esa acción con otra medida, como podría ser no salir de la habitación durante una tarde, sin ninguna relación con las normas sobre el uso del teléfono. “De nada sirve castigar quitando el teléfono móvil si ese aparato no tiene relación directa con la falta cometida por el menor”, insiste Arantxa Coca. La tendencia de “te voy a castigar quitándote lo que más te gusta para que te duela” no enseña nada a los hijos. “Lo único que se consigue –continúa Coca– es resentimiento contra los padres”
Álvaro Bilbao revela que una de las claves del éxito en la difícil tarea de educar a los hijos es no confundir refuerzo con premio. “Refuerzo significa reconocimiento y llega después de un buen comportamiento, nunca como condición a la acción correcta. Por ejemplo, cuando mi hijo recoge la mesa le digo que lo ha hecho muy bien”. El error de muchos padres está en decir a los hijos que si recogen la mesa tendrán un premio. “Es entonces cuando los niños interpretan que sólo
tienen que portarse bien si después llega la recompensa”, añade ­Bilbao.
Otro error repetido entre muchos padres es el de aplicar los castigos a deshora. La medida
debe tomarse de inmediato y dejar claro que es por una acción concreta. Estos expertos desaconsejan, asimismo, la imposición de castigos por largos periodos al entender que esa medida desvirtúa la finalidad educativa de la respuesta a una conducta inapropiada.
Otra pregunta inevitable es si antes, cuando nadie se escandalizaba por una bofetada dada en el momento oportuno, se educaba mejor. Álvaro Bilbao considera que ahora “dedicamos más esfuerzos que generaciones pasadas en conseguir que nuestros hijos se sientan queridos. Sin embargo –continúa–, cometemos errores nuevos como colmar los deseos de los niños por el temor a que sientan frustración y eso provoca que nuestros hijos entren demasiado pronto en la sociedad de consumo”. Así que según Bilbao “la crianza es hoy algo mejor, pero la educación un poco peor”. Arantxa Coca opina, al respecto, que hace unas décadas “los padres eran más firmes en el cumplimiento de normas y a la hora de marcar límites”. Aunque considera que esa firmeza tenía una parte negativa, “pues muchas veces se conseguía con un cachete en casa o la humillación pública en la escuela”.